Había
ido de visita a la casa de mi tía por un mes antes de que mis papas llegaran,
había salido de clases antes y quería disfrutar mis vacaciones. Había pasado
apenas una semana desde que llegue y las cosas habían cambiado mucho.
Me
encontraba en la habitación de mi primo David.
-Te
quiero.- Dijo David mientras acariciaba mi mejilla.- Y no me importa lo que
piensen los demás.
-A
mi tampoco me importa, pero si mis padres se enteran…- No logre terminar la
frase porque David presiono sus labios con los míos, uniéndolos en un dulce
beso.
-____,
tu mamá vino a vi…- La voz de mi tía causo que me separara bruscamente de
David. Mi mamá y mi tía se encontraban en el umbra
Los
ojos de mi mamá mostraban una clara furia, pero su rostro era inexpresivo. Rápidamente
salió de la habitación y mi tía la siguió, yo me quede paralizada en donde
estaba, sin poder creer lo que acababa de pasar.
-Nos
vamos.- Dijo mi mamá entrando a la habitación mientras arrastraba tras ella mis
maletas, me tomo fuertemente del brazo y me jalo para bajar de la cama, me
llevo de la misma forma hasta la salida.
-¡No
se la lleve!- Grito David desde las escaleras. -¡Se lo podemos explicar!- Mi
mamá me metió al auto y volteo a encararlo.
-¡Me
basta con lo que vi, no necesito saber más!- Dicho eso entro al auto y arranco.
…
Cuando
llegue a casa ya era al día siguiente, durante las 12 horas de viaje, mi mamá
no me dirigió la palabra, no me reprocho nada, simulo que no existía. Antes de
que entráramos al garaje de la casa decidí hablar.
-No
le digas a papá lo que paso, por favor,
no lo quiero decepcionar a él también.- Le dije con suplica.
-Ya
es demasiado tarde.- Respondió con naturalidad cuando el garaje se abrió. –Cuando
te quedaste dormida, me detuve y hable con él.- Dijo cuando la puerta del garaje
se cerro detrás de nosotras.
Claro,
era lógico que mi papá ya lo supiera. Cuando salimos de la casa de mi tía eran
casi la 11 de la noche, me había quedado dormida unas pocas horas después.
Bajamos
del auto en el mismo momento en que __(tumucama)__ bajaba las maletas del coche.
-Bienvenida,
señorita.- Me dijo amablemente y desapareció por la puerta de madera que
llevaba a la casa.
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